Se define como el estado
clínico consecutivo a la pérdida de líquidos y solutos en el cuerpo humano.
La deshidratación puede ocurrir
en situaciones de vómitos, diarrea, exceso de pérdidas de líquido por la orina,
sudoración profusa o fiebre, por estomatitis o faringitis. También se puede
producir deshidratación debido a una enfermedad aguda con pérdida de apetito.
En los lactantes es visible por las fontanelas, que se hunden, y la falta de
elasticidad en la piel al pellizcar un pliegue del abdomen.
Síntomas:
- Ojos hundidos.
- Disminución de la frecuencia de micción (pañales secos).
- Puntos hundidos en la zona de la fontanela de la cabeza.
- Ausencia de lágrima al llorar.
- Boca seca y/o pegajosa.
- Disminución de la actividad física.
- Mayor irritabilidad.
Tratamiento de niños y bebés
deshidratados:
- Para combatir la deshidratación es preciso reponer los líquidos con la ingesta oral de líquidos y sales minerales, a través de sueros.
- No se recomienda utilizar bebidas para deportistas debido a que éstas contienen mucho azúcar y pueden causar o empeorar la diarrea. Igualmente, se debe evitar el uso del agua como primer recurso de reemplazo de líquidos en bebés y niños.
- Tomar líquidos generalmente es suficiente cuando nos enfrentamos a una deshidratación leve. Es mejor suministrar con frecuencia pequeñas cantidades de líquido, utilizando una cuchara o una jeringa, en vez de forzar al bebé o al niño a beber una cantidad grande de líquido de una sola vez, ya que esto puede producir más vómito. Si el estado es grave, la reposición de líquidos será de forma intravenosa.
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